“Un Modelo de Variabilidad de la Investigación Educativa: Construcción Interteórica”, en Aspectos Diferenciales de la Investigación Educativa.
Padrón, J. (1992): Caracas: USR (Cap. 5).
MATERIAL DE CONSTRUCCION DE TEORIAS
DRA. BELKIS BALLESTER
El objetivo de esta sección es sentar las bases y derivaciones teóricas para la construcción de un modelo de las Investigaciones Educativas (IE), tal que a partir de él se expliquen las variaciones de ese proceso en el plano de los hechos. El sistema de trabajo parte de suponer lo siguiente: 1. Que toda IE pertenece a la clase general de las Acciones 2. Que toda IE pertenece a la clase intermedia de las Acciones Semióticas
3. Que toda IE pertenece a la clase específica de las Acciones Semióticas Textuales
Como se ve, 1 incluye a 2 y ésta a 3. La suposición 1 nos permite analizar una Teoría de la Acción y, por derivación, aplicarle a las IE los mismos tratamientos teóricos que recibe una Acción cualquiera. Esto se hará en la primera parte de la sección. La suposición 2 nos permite analizar una Teoría Semiótica y aplicarle a las IE los mismos tratamientos que se le aplican a una semiosis cualquiera, lo cual se hará en la segunda parte. La suposición 3 nos permite estudiar una Teoría del Texto y aplicarle a las IE los mismos tratamientos que recibe cualquier texto. Esto se hará en la tercera parte.
Enfoque teórico General: La Investigación Educativa como Acción 1. Definiciones instrumentales En general, los conceptos instrumentales que son útiles para este desarrollo están asociados de uno u otro modo a autores como Austin (1962, 1976), Bar-Hillel (1971), Davidson (1976), Levinson (1981), Rescher (1967), Searle (1969), Wright (1968), etc. El primer concepto elemental es que toda ‘Acción’ puede resumirse como una relación entre una Situación Inicial dada (S0), una Situación Final Deseada (Sn’) y una Situación Final Obtenida (Sn), unidas mediante una secuencia de Situaciones Intermedias (S1, S2..., Sn-1). Una Acción ‘A’, se define entonces como:
A = (S0, Sn’), (S1, S2..., Sn-1), Sn Dentro de este esquema, S0 se concibe como un estado de cosas deficitario (necesidades de acción), Sn’ como un sustituto ideal de ese estado de cosas (objetivos de acción), la secuencia intermedia (S1, S2..., Sn-1) como los pasos intermedios estratégicos para sustituir efectivamente a S0 por Sn’ (ejecuciones) y, finalmente, Sn se concibe como el producto real de todo el proceso secuencial (resultados de acción). Los estados intermedios S1..., Sn-1 son “recursivos”, en el sentido de que cada uno de ellos puede reescribirse como un esquema de acción idéntico al de arriba, pero subordinado a un esquema más incluyente o general, tal como ocurre con los sistemas de objetivos en un diseño de instrucción o con los sistemas operativos de un proceso industrial, etc.; esa recursividad equivale a un sistema definido por dos reglas de aplicación abierta: según R1, el símbolo A se reescribe como á(S0,Sn’), (S1...,Sn-1), Snñ; según R2, toda Si (tal que 0 < i< n) puede reescribirse como A).
Por lo demás, como conjunto de elementos globales que circunscriben a S0 (i.e., como conjunto de proposiciones antecedentes que condicionan la descripción de S0 en relación con Sn’ y Sn), está el CONTEXTO INICIAL o C0 , que se refiere al ámbito, contexto o marco amplio de la acción y donde se ubican cosas como las siguientes: unas coordenadas socio-espacio-temporales, unos PARTICIPANTES (actores o “actantes”, desglosables en sujetos de acción y destinatarios de acción) y un MARCO o CONJUNTO PRESUPOSICIONAL (desglosable en elementos de orden cognoscitivo e informativo -descripciones y explicaciones acerca de hechos objetivos- y elementos de orden filosófico -valores, creencias, etc.-). Este “marco” describe, en general, los aspectos relacionados con el concepto lingüístico corriente de “presuposición” (referidos a la acción por Van Dijk, 1978, bajo el término “conjunto epistémico”) en función del cual se evalúa el estado inicial frente a otras opciones “preferibles” que condicionan la formulación de los Sn’ u objetivos de acción. Además, como conjunto de datos que circunscriben a la Situación final obtenida (Sn), está el CONTEXTO FINAL (C) que ubica los mismos elementos del contexto inicial (C0) modificados en virtud de las situaciones intermedias (S1, S2..., Sn-1). Se sobrentiende que cada estado de la secuencia se inscribe en algún segmento de una trayectoria de tiempo que va desde t0 hasta tn, trayectoria que pertenece a los datos del CONTEXTO (tanto C0 como Cn). Las situaciones iniciales y finales se pueden describir mediante conjuntos de proposiciones unidas por conjunción o disyunción (cálculos de predicado y de enunciados), a veces sujetas a “funtores” o expresiones que las diferencian según puntos de tiempo, modalidades, etc. (“lógicas especiales”). Igual pueden describirse las situaciones intermedias; sólo que con frecuencia adquieren el rol de sistemas normativos, tal como podrían aparecer en flujogramas y demás diagramas de decisión.
Pero ninguna acción aparece separada de otras, aún cuando cada una de ellas pueda ser aislada y analizada en sí misma, tal como, teóricamente, se propone arriba. Más bien, toda acción debe ser concebida dentro de una RED ACCIONAL o RED PRAGMÁTICA. Ya se vio, al mencionar la recursividad de la acción con respecto a sus situaciones intermedias, que existen redes de acciones que se organizan en estratos jerárquicos de inclusividad (lo que en un estrato inferior se describe como acción, puede, a su vez, describirse como situación intermedia en un estrato superior). Pero, al margen de eso, sucede que una acción puede complementar o contrariar a otra, puede ser su condición o consecuencia, puede ser su antecedente temporal o su adyacente espacial, etc., de modo que, de acuerdo a diferentes criterios relacionales (los cuales, a su vez, pueden suprarrelacionarse entre sí), la acción se explica en términos de redes accionales. Dado que tales redes pueden obtenerse también como resultados de descripción o análisis (o sea, puede hablarse de redes accionales lógicas), es bueno aclarar que -en cuanto objeto empírico- son sólo las redes pragmáticas las que conciernen de modo específico a esta teoría de la acción. En otras palabras, las redes accionales son propiamente tales, en sentido teórico, por el hecho de que toda acción está asociada a un CONTEXTO, es decir, a un ámbito situacional (‘socio-espacio-temporal’) que vincula entre sí a unas personas sobre la base de sus particulares mecanismos de “intencionalidad” (en el sentido precisado por Putnam, 1990:21-22; concretamente, en cuanto relación entre “estados de la mente” y “estados de cosas”), los mismos que sistemáticamente generan marcos o conjuntos presuposicionales. Aunque la delimitación de un contexto es producto exclusivo (y obligante) de una descripción o análisis (producto ‘lógico’), es en atención a los correlatos empíricos aislables por tal delimitación en que se conciben las redes accionales (por ejemplo, las guerras de Aníbal y de Bolívar podrían, bajo ciertos criterios, estar estrechamente conectadas en una misma red accional lógica, pero no en una misma red asociada a un mismo contexto, que es lo propio de la teoría). Entonces, una red accional pragmática es un sistema de acciones conectadas entre sí en función de los datos de un contexto. Evidentemente, el tamaño y complejidad de la red depende del nivel en el cual tenga lugar la delimitación del contexto asociado (delimitación de la cual, por cierto, no queda excluida la lógica cotidiana o popular en cuanto puntos de vista de los actores o delimitaciones de uso). Si se toma en cuenta que, sucesivamente, los contextos menores se van encadenando entre sí hasta formar contextos mayores, marcados por los límites histórico-culturales de una sociedad nacional, continental y hasta mundial, cruzados con límites de interés e intencionalidad (economía, religión, educación..., por una parte; técnica, tecnología..., por otra parte, etc.), entonces quedarán claros los rasgos de complejidad, relatividad y movilidad que caracterizan a las redes accionales. Quedará también clara la importancia del concepto teórico de RED ACCIONAL (o también RED PRAGMÁTICA, para ciertos efectos de precisión) en lo referente a los alcances explicativos de la teoría y a sus aplicaciones concretas para el caso de la IE.
Ya que el contexto resulta determinante y condicionante para la acción (no sólo en cuanto eje de redes accionales, sino también en cuanto ámbito de ‘intencionalidad’ o núcleo de marcos o conjuntos presuposicionales y, sobre todo, en cuanto espacio situacional de los participantes), las diversas maneras en que sea posible concebir dicho contexto promueven también diversos ángulos explicativos de la acción. En particular, las ideas de contexto “privado” vs “público” (i.e., la dimensión social del contexto) conducen, entre otras, a ciertas propiedades de la acción definidas por los polos INDIVIDUAL-COLECTIVA, PERSONALIZADA-SOCIALIZADA y DEFINIDA-INDEFINIDA.
La diferencia entre la acción más individual y la más colectiva está en la cantidad (cardinalidad del conjunto) de personas a las cuales, en el plano empírico, resulten específica y exhaustivamente atribuibles los componentes de una determinada acción, a partir de una misma S0 (una acción es más colectiva o menos individual que otra en la medida en que haya más participantes -adscritos a una misma situación inicial- vinculados a más componentes de la estructura de la acción). La diferencia entre la acción más personalizada y la más socializada está en la medida en que los participantes se expresen en cuanto personas, a través de la acción, o en cambio reproduzcan algún aspecto característico de la sociedad en que viven (una acción es más socializada cuando a través de ella se reproduce la cultura y vida social; y es más personalizada cuando, al margen de su identificación sociocultural, lo que se expresa es la personalidad del sujeto o de los participantes). Finalmente, la diferencia entre la acción más definida y la más indefinida está en el grado de “algoritmización” con que es posible describir o repetir la variante estructural de una acción, es decir, en la medida de seguridad con que las situaciones intermedias conduzcan a una misma relación particular entre Sn’ y Sn (la distinción conceptual “definido/indefinido”, expresada en el término “bien definido”, es usual en la teoría computacional tradicional; sin embargo, en el resto de la exposición se preferirá seguir con el término ya usado en las descripciones empíricas iniciales: “sistemático/no sistemático”, por lo cual se presentará con frecuencia la expresión “acción SISTEMÁTICA socializada”, para aludir a aquellas acciones cuyas secuencias operativas intermedias conforman una cierta rutina que tiende a garantizar hasta cierto punto unos mismos resultados y que, además, son de carácter público-colectivo).
En cuanto a las interdependencias entre los componentes Si..., Sj del esquema teórico formulado antes, sólo queda estipulado, en general, que los datos del duplo áC0, S0ñ generan los datos de Sn’; que ambos generan, a su vez, los datos de la secuencia S1, S2..., Sn-1 y que todos ellos, finalmente, generan los datos del duplo áSn, Cnñ. Formalmente:
(((C0, S0) Sn’) (S1, S2..., Sn-1)) (Sn, C0)
Pero no se estipula, a este nivel teórico tan general (por pertenecer más al sector de la Filosofía y la Lógica que al de la Psicología y Sociología), cómo dependen los datos incluidos en C0 entre sí y con respecto a S0. Podría suponerse, dentro del margen de permisibilidad propia de los estudios deductivos, que lo que está a la entrada de toda acción es, en unión interdependiente, un sistema de datos definidores del contexto exterior circundante junto a otro sistema de datos definidores del perfil de los participantes ubicados en dicho contexto. Luego, como producto de la conjunción de esos dos sistemas, los individuos orientan su atención hacia un cierto sector contextual concibiéndolo como deficitario o problemático, esto es, identificándolo como situación inicial de acción (S0) y proyectándolo sobre una situación final deseada (Sn’); desde ese punto producen una selección de valores y creencias de orden filosófico, de la cual se sucede una aplicación de cuerpos cognoscitivos de información, pasando luego a formular una secuencia operativa adecuada a todos los datos precedentes. Es de suponer que toda esta secuencia se retroalimenta paso a paso, en el sentido de que, en cada subnivel de la dependencia secuencial, todo elemento posterior promueve reajustes en su respectivo elemento anterior. Dado que, como se dijo al principio, las acciones no son aisladas sino que se conciben dentro de REDES PRAGMÁTICAS, esta secuencia de dependencias no es atribuible aisladamente a cada acción en particular sino a redes de acción que, por lo demás, van evolucionando con el paso del tiempo y con la movilización de los individuos entre contextos y redes contextuales diferentes.
En el macronivel de esas redes pragmáticas es posible que los individuos vayan forjando sustratos más o menos permanentes que definan, de modo general, un perfil, una clase de contextos en la cual regularmente se mueven, una posición filosófica y una especialización cognoscitiva. Es posible que esos sustratos funcionen, en el micronivel de cada acción particular, como campos de selección de factores específicos aplicables a cada acción particular. Sin embargo, no es interés de este estudio el distinguir entre las llamadas “predisposiciones de acción” y las ejecuciones concretas, ya que esto parece interesar propiamente a las disciplinas psicológicas y sociológicas, mientras que aquí se ha elegido una base más bien lógica. Esto, que para ciertos efectos es sin duda una limitación, podría verse, prospectivamente hablando, como una posibilidad de desarrollo ulterior de este estudio mediante la integración de teorías psicosociológicas (respecto a esta posibilidad, véanse referencias generales en Roca i Balasch, 1989, Piaget, 1975, Parsons/Shils, 1961, etc.).
Las particularizaciones empíricas de todo lo expuesto hasta aquí podrían ejemplificarse en numerosos sectores y en diversas maneras, bien a modo de ilustración, bien a modo de comprobaciones teóricas. Por ejemplo, las nociones de éxito/fracaso de una acción pueden ser identificadas como una relación `mayor/igual/menor que’ entre la situación esperada y la situación obtenida. Algo por el estilo podría hacerse con otras nociones ordinarias tales como ‘interacción’, ‘competitividad’, ‘acción profesional’, ‘acción cotidiana’ ‘conflicto’ ‘alianza’ ‘aprendizaje’, etc. Pero, obviando estas aplicaciones generales, veamos cómo pueden interpretarse las variaciones de la IE mediante una aplicación específica de esta Teoría de la Acción.
2. Derivaciones De una Teoría de la Acción se obtiene que, si la IE es una acción, entonces toda IE variará según las mismas condiciones teóricas en que varía una acción cualquiera:
(i) Hay una RED CONTEXTUAL o SITUACIONAL (ligada a situaciones y acciones pasadas, presentes y futuras) donde se define un contexto de investigación, una situación inicial de dicha investigación, una intencionalidad específica, unos resultados efectivamente logrados y una incorporación o uso de dichos resultados en función de las necesidades-oportunidades de la red CONTEXTUAL-SITUACIONAL (es decir, una red que identifica la relación entre S0, Sn’ y Sn). En esta red CONTEXTUAL O SITUACIONAL está implícito que toda IE es una acción que se origina a partir de un contexto en que ciertos individuos (investigadores), preocupados por ciertas demandas de conocimiento en determinadas esferas de la acción educativa, intentan proporcionar a otros individuos de ese mismo contexto (destinatarios) algunas respuestas u ofertas a dicha demanda (lo cual no significa que esas respuestas no sirvan también para los mismos productores en sus propios ámbitos de acción docente, como es el caso implícito en el concepto de “docente-investigador”). A su vez, este intento implica varias cosas, tales como el tipo de acción educativa en que ocurre esa necesidad de conocimiento (espacio de investigación), el tipo de incógnita o pregunta que traduce dicha necesidad (problema de investigación), el conjunto de hechos investigativos que histórica y teóricamente la preceden o circunscriben (antecedentes de investigación), las particulares coordenadas socioculturales supraindividuales del momento histórico (políticas educativas, tendencias sociológicas, esquemas axiológicos...), etc. Pasando a un plano individual, este intento de dar respuestas a ciertas demandas de conocimiento está condicionado también por determinados factores psicológicos estrictamente limitados a los investigadores o sujetos de la acción, tales como su competencia personal, su formación profesional y su estilo de pensamiento.
En lo que se acaba de decir está sobrentendida una distinción importante: hay, por una parte, ACCIONES de IE y, por otra, ACCIONES EDUCATIVAS, las cuales no deben confundirse. Estas últimas son abarcantes e incluyen las primeras. Cada clase de ACCIÓN EDUCATIVA (o también `práctica educativa’, `ejercicio educativo’, etc.), una de las cuales es la ACCIÓN de IE, se define por una especificación de las SITUACIONES que típicamente la particularizan. Así, por ejemplo, la acción docente se define suficientemente por una típica y particular S0, una típica y particular Sn’ y una típica y particular secuencia S1, S2..., Sn-1. Lo que ocurre especialmente con la ACCIÓN de IE es que dentro de su red contextual-situacional siempre figura como objeto de acción alguna de las particulares estructuras Si..., Sj que definen típicamente una ACCIÓN EDUCATIVA cualquiera. Más exactamente, tanto su S0 como su Sn’ contienen de algún modo una representación o reproducción completa de alguna estructura típica [(S0, Sn’), (S1, S2..., Sn-1), Sn] comprendida en la superclase general a la que ella misma pertenece. Esto es así simplemente porque toda IE, como acción, consiste en esencia en investigar la práctica educativa, de la cual ella misma forma parte. Todo esto obliga a tomar en cuenta que hay contextos educativos generales y contextos educativos investigativos y que éstos tienen a aquéllos como objetos de acción. Refiriéndonos a la teoría general, esta distinción resulta explicada, en primer lugar, por el concepto de RED ACCIONAL o PRAGMÁTICA, previsto en las `definiciones instrumentales’, el cual alude a las relaciones sistemáticas entre diferentes niveles de generalidad e inclusividad de las acciones; y, en segundo lugar, por la relación entre los conceptos CONTEXTO INICIAL (C0) y SITUACIÓN INICIAL (S0), el primero de los cuales cubre los aspectos del ámbito de investigación, mientras que el otro cubre lo referido al ejercicio educativo donde se descubre una necesidad de conocimiento y se plantea una incógnita.
(ii) Hay una RED OPERATIVA, TECNOLÓGICA o PERFORMATIVA, condicionada por la red situacional anterior, donde se definen métodos, modalidades, tecnologías y esquemas de ejecución conectados a los resultados esperados dentro de la situación inicial de investigación y a los resultados efectivamente logrados (es decir, una red que identifica la relación S1, S2..., Sn-1).
En esta red OPERATIVA (o tecnológica, performativa, metodológica, etc.) está implícito que toda IE, en cuanto acción (o sea, en cuanto transformación o cambio de S0 a Sn en función de Sn’), se lleva a cabo a través de una serie de situaciones que median entre la situación inicial y la situación final (una ilustración diagramática muy elocuente al respecto está en las célebres redes PERT-CPM). En este sentido, la IE se concibe por referencia a una secuencia ordenada de operaciones orientadas al logro del objetivo de investigación: fases o momentos, procedimientos, técnicas, recursos e instrumentos. Así mismo, considerando que las secuencias de situaciones intermedias de la acción son recursivas, como se explicó arriba, se deduce que una IE cualquiera puede ser, en sí misma, apenas una de las situaciones intermedias de otra IE más global o, de otro modo, una IE cualquiera puede comprender entre sus operaciones específicas una situación intermedia que por sí sola constituya otra IE auxiliar o más particular. De hecho, ninguna investigación puede concebirse como ejecución aislada que comienza y termina en sí misma o cuyos límites no sobrepasan los límites del sujeto investigador. Igual que toda acción, cualquier investigación debe concebirse por referencia a redes investigativas, tal como se demuestra en los conceptos empíricos de “líneas”, “programas” y “departamentos” de investigación.
También está implícito dentro de esta red operativa que las secuencias de situaciones intermedias de IE llegan a configurar ciertos patrones transindividuales que pueden entenderse como tecnologías en evolución, dependientes de la misma clase de factores que afectan a toda tecnología de acción: ejecuciones anteriores, modas, presiones socioculturales, cambios científico-industriales, posiciones filosóficas, exigencias político-económicas, etc. Algunos de estos patrones o tecnologías de investigación llegan a consolidarse y hacerse fuertes dentro de ciertos contextos, hasta que declinan ante el surgimiento de otros patrones[1]. Pero, al lado de esta configuración de patrones operativos transindividuales, hay que considerar también que ellos se aplican a casos particulares que se identifican por necesidades y posibilidades muy singulares, donde actúan factores tales como la creatividad, la oportunidad, las competencias, etc., cosas todas que imprimen flexibilidad y sellos personales al patrón operativo seleccionado y que, por tanto, llegan a conformar modalidades particulares de ejecución, es decir, secuencias operativas marcadas por rasgos individuales.
Si admitimos, de acuerdo a las definiciones instrumentales antes esbozadas, que todas estas implicaciones resultan válidas dentro de una Teoría de la Acción y si admitimos también que toda IE es una acción, deberemos entonces admitir que cualquier proceso de investigación, incluyendo la IE, explica sus variaciones en dependencia de estas mismas condiciones aquí reseñadas, las cuales pueden resumirse en dos categorías: condiciones pragmáticas SUPRAINDIVIDUALES y condiciones pragmáticas INDIVIDUALES, las cuales resultan mutuamente interdependientes.
Dentro de las condiciones SUPRAINDIVIDUALES, tenemos contextos de acción (educativa, para nuestro caso), dentro de los cuales -y en atención a ciertos criterios organizacionales e institucionales de base axiológica- se van planteando situaciones iniciales particularmente identificables y jerarquizables en torno a aspectos que poseen la capacidad de aglutinar intereses individuales. De acuerdo a este ordenamiento de situaciones iniciales transindividuales (en el que se involucran intereses individuales), se van también ordenando espacios empíricos de acción educativa y, por tanto, situaciones investigativas ligadas tanto a contextos transindividuales como a intereses individuales sistemáticamente administrados o regulados.
También dentro de estas mismas condiciones supraindividuales, tenemos contextos de conocimientos (equivalentes a los “paradigmas” kuhnianos o a los “programas” lakatianos, etc.), los cuales pueden funcionar como tradiciones, redes, marcos y conjunto de resultados de investigación, todo lo cual, dado el carácter particular de la Educación, se conforma también por datos provenientes de la Psicología, Sociología, etc. y no sólo por datos provenientes estrictamente del ámbito de la Educación. Más bien, dado el altísimo grado de interdisciplinariedad y universalidad que la Ciencia exhibe en la actualidad, puede suponerse que este contexto de conocimiento (que está a la base de la acción investigativa educativa en calidad de constructo supraindividual) trasciende la esfera de la práctica educativa específica para situarse en el plano de la investigación universal y no sólo de la IE. Es decir, mientras la práctica cotidiana (que funciona como condición situacional transindividual, tal como se mencionó en el párrafo anterior) es algo específico de la IE, las redes contextuales de conocimiento, en cambio, tienden a funcionar como sustrato común o general a toda acción investigativa. De estos contextos de conocimiento surgen marcos teóricos, puntos de conexión entre una y otra investigación y también cuerpos operativos o metodológicos asociados. Pero, al igual que en el caso de las condiciones de la práctica cotidiana, vistas antes, surgen también intereses, áreas, preguntas y planes de investigación educativa. Hemos visto en los dos párrafos anteriores, y de acuerdo a una Teoría de la Acción, dos condiciones de tipo transindividual que determinan variaciones en la IE, tanto en el nivel SITUACIONAL (i) como en el nivel OPERATIVO-tecnológico (ii). Veamos ahora tres condiciones de variación, esta vez de tipo INDIVIDUAL, también con influencia en esos dos mismos niveles.
Una primera condición de orden INDIVIDUAL es el rol, posición, imagen, perfil... y, en general, todos aquellos parámetros que definen una ubicación significativa del individuo dentro de lo que podría concebirse como escala de calidad de la interacción grupal. En esencia, se trata de una condición eminentemente sociocultural que resulta aplicable no sólo a quienes protagonizan acciones de IE, sino también a quienes son considerados consumidores, demandantes o destinatarios de los resultados de dichas acciones. En otras palabras, cualquier IE concreta difiere de las demás según el perfil de su ejecutor en relación con el perfil de los destinatarios, igual que como ocurre en toda ACCIÓN humana. Por ejemplo, jamás podrán ser idénticas una IE desarrollada por un importante investigador y orientada a un macroprograma de la UNESCO que una IE desarrollada por un estudiante y orientada por los requisitos de un grado académico. Esta condición incide tanto en el nivel SITUACIONAL como en el nivel OPERATIVO-tecnológico. O sea, no sólo determina áreas de interés, objetivos y preguntas de indagación en el campo educativo sino, además, esquemas metodológicos, rutas procedimentales y recursos instrumentales de IE.
Otra condición de orden INDIVIDUAL es el `background’, `carta de antecedentes’, curriculum o tipo de formación en la trayectoria académico-personal del investigador. Para una Teoría de la Acción, es obvio que el cuerpo experiencial previo del sujeto determina la impostación/evaluación de situaciones iniciales con respecto a situaciones deseadas, así como la selección de conocimientos anteriores y de esquemas operativos pertinentes. Así, también para el caso de la IE, entendida como `acción’, resulta altamente condicionante el tipo de formación académico-profesional del investigador, siempre en relación con el tipo de formación de sus destinatarios. En definitiva, esta condición individual tiende a influir tanto en el nivel situacional de la IE (i) como en su nivel operativo-tecnológico-metodológico (ii).
Una última condición es de orden estrictamente psicológico, que podría resumirse, según orientación piagetana, en la expresión ESTILO DE PENSAMIENTO. Parece obvio, de acuerdo a las Definiciones Instrumentales de la primera parte de esta sección, que no hay acción humana racional que no esté supeditada a una especie de `software’ mental o co-cerebral de sus protagonistas o ejecutores. Así, por ejemplo, un pensamiento `intuitivo’ influye en la conformación de una red accional basada en cosas como la fe, la instrospección, las corazonadas, el presentimiento, la captación de las esencias, etc., mientras que un pensamiento `sensorial’ determina acciones basadas en evidencias, datos observables, mediciones, registro de regularidades, etc., y un pensamiento `racional’ controla acciones basadas en secuencias de razonamiento, suposiciones contrastadas, desarrollo de ideas, aplicación de conocimientos previos a hechos nuevos, etc. (recuérdese al respecto la divulgada distinción entre personas con predominio del “cerebro izquierdo” y personas con predominio del “cerebro derecho”). En definitiva, toda variación de `Estilo de Pensamiento’ tiende a influir en variaciones respectivas de IE, tanto en el nivel situacional (i), como en el nivel operativo-tecnológico-metodológico (ii). O sea, de esta condición psicológica surgen variaciones relativas al área de trabajo o situación inicial, a los objetivos/problemas, a los marcos contextuales de conocimiento y a los esquemas operativos de IE.
Si quisiéramos resumir los conceptos más significativos derivables de una Teoría de la Acción, tendríamos que ellos pueden ordenarse, en primer lugar, según un cruce de dos variables bivalentes: la variable referida al carácter de individualidad (individual vs transindividual) y la referida al nivel o plano de la acción (situacional-contextual vs operativo-tecnológico). A la luz de los cuatro puntos de cruce resultantes se derivan los siguientes constructos condicionantes de variabilidad de la IE, a cada uno de los cuales se les da ahora un término o denominación teórica muy provisional:
a) Acción de IE: concepto general asociado a un tipo particular de acción sistemática socializada, la Educación, tipo que se identifica por la función de detectar y clarificar incógnitas de conocimiento emanadas de la reproducción o repetición de dicha acción. Este concepto se deriva del concepto teórico más amplio de ACCIÓN.
b) Contexto de acción de IE: es el ámbito del ejercicio educativo cotidiano donde existe o se genera un educador-investigador que se enfrenta a incógnitas de conocimiento asociadas al propio o a cualquier otro ámbito de la práctica educativa cuyo éxito o eficiencia se considera más elevado en la medida en que se resuelvan dichas incógnitas. Dentro de este contexto se inscriben también, como destinatarios de la acción, los sujetos que demandan o a quienes concierne un resultado de investigación (en calidad de Sn). Se ubican también aquí los marcos organizacionales e institucionales que regulan las acciones individuales. Dentro de la teoría general este concepto derivado corresponde a los conceptos básicos de CONTEXTO INICIAL (C0, asociado a S0) y CONTEXTO FINAL (Cn, asociado a Sn).
c) Acción educativa: es el ámbito de ejercicio educativo que puede elegirse como espacio u objeto de investigación (o de acción de IE) por el hecho de revelar una necesidad de conocimiento y cuyo éxito o eficiencia se considera más elevado en la medida en que se satisfaga dicha necesidad. Se deriva de los conceptos básicos de SITUACIÓN INICIAL (S0), en cuanto situación objeto de acción investigativa, y SITUACIÓN FINAL DESEADA (Sn’), en cuanto situación ideal concebida como resultado de investigación.
) Esquema de conocimiento: es el conjunto sistemático de datos empíricos, metodológicos y teóricos previamente existente alrededor de la incógnita generada por los contextos de práctica educativa (incógnita de investigación). Se deriva, a partir de la teoría general, del concepto básico de subconjunto COGNOSCITIVO incluido en el CONJUNTO EPISTéMICO.
e) Esquema filosófico: es el conjunto sistemático de datos axiológicos y epistemológicos diversos según los cuales se concibe tanto una acción educativa determinada como una cierta acción investigativa. Se deriva del concepto inicial de subconjunto FILOSÓFICO incluido también en el
CONJUNTO EPISTéMICO.
f) Perfil psicosocial: es el conjunto sistemático de rasgos de orden social y psicológico que identifican al sujeto de la acción investigativa por relación con un nivel académico-profesional (rol, imagen pública, grado de competencia) y un estilo de pensamiento. Se deriva del concepto inicial de PARTICIPANTE, ACTOR o ACTANTE.
En segundo lugar, estos conceptos derivables de una Teoría de la Acción pueden ordenarse de acuerdo a dos clases de relaciones de dependencia: la que mantienen entre sí y la que mantienen con respecto a la estructura general de la acción investigativa. Tales relaciones de dependencia deben entenderse por referencia a las condiciones de variabilidad de la IE, lo cual concierne al modelo buscado según los objetivos de este estudio. Este segundo ordenamiento es mucho más aproximado a dicho modelo, como se verá en seguida, ya que el anterior no hace más que sintetizar la exposición de las páginas precedentes, en las cuales sólo se intentó explicitar las derivaciones y asociaciones más significativas a partir de la Teoría de la Acción. Hasta ese punto, mientras tanto, se ha revelado una explicación general de la IE vista como ACCIÓN sistemática socializada y han quedado claras las conexiones entre las “definiciones instrumentales” iniciales y los conceptos sintetizados en los términos a), b), c) y d) del párrafo anterior.
Al hablar de relaciones de dependencia orientadas a definir las condiciones de variabilidad de la IE, por fuerza hay que tener presente, ampliamente identificada, una estructura general de dicha IE, que ofrezca una visión de los factores variantes o de los aspectos sometidos a variabilidad. Remitiéndonos a las descripciones empíricas expuestas en capítulos anteriores, tendremos presente una estructura de la IE compuesta por tres áreas o núcleos mayores:
E) ÁREA EMPÍRICA: sistema de hechos observables enmarcados en algún ámbito de la práctica educativa cotidiana, en relación con el cual se plantea una necesidad de conocimiento y se formulan unos planteamientos iniciales de investigación (problema, objetivos, etc.).
(M) ÁREA METODOLóGICA: sistema de operaciones conceptuales y materiales encaminado a satisfacer el objetivo de investigación y, en general, sus planteamientos iniciales, muy a menudo bajo la orientación de esquemas privilegiados por los campos de acción socio-humanísticos (Psicología y Sociología, básicamente).
(T) ÁREA TEÓRICA: sistema de conocimientos abstractos y universales que pueden ser de dos tipos: uno, conocimientos previamente existentes y socialmente reconocidos que funcionan como punto de anclaje de la investigación; otro, conocimientos nuevos, generados como resultado de la misma investigación, que funcionan como representación explicativa del sistema de hechos considerados en el área empírica.
Con esta estructura de la IE tenemos tres grandes factores de variabilidad: toda IE varía en el tipo de E seleccionada o delimitada, en el esquema de M utilizado o ejecutado y en el tipo de T escogido como anclaje u obtenido como resultado. Dado que estos tres factores globales diferencian entre sí unas IE de otras, se trata entonces de definir las condiciones que explican tales diferencias (en términos típicos de la corriente positivista, éstas serían las “variables dependientes” del estudio). A este punto de la exposición, esta estructura ha podido ser enfocada como una acción, de tal modo que E y T corresponden a la relación S0-Sn-Sn’, es decir a la red contextual-situacional, mientras que M corresponde a la relación S1, S2..., Sn-1, es decir, a la red operativo-tecnológica. También se determinaron seis conceptos concernientes a las condiciones que afectan a esta estructura. Vamos a ver ahora, siempre por conexión con la Teoría de la Acción, cómo se ordena todo este cuadro de condiciones de variabilidad y de factores variantes en función de relaciones jerárquicas de dependencia.
El primer concepto (a. ACCIÓN DE IE) es una particularización del concepto de ACCIÓN, de la teoría general, el que engloba todos los demás conceptos subsiguientes. El segundo concepto (b. CONTEXTO DE ACCIÓN DE IE) subsume los datos más generales acerca de las coordenadas socio-espacio-temporales en que se ubican los actores (tanto el educador-investigador como sus destinatarios): tiempo, ambiente y circunstancias tales como presiones, modas, políticas, etc. El concepto f (PERFIL PSICOSOCIAL) cubre dos clases de datos que definen al educador-investigador como sujeto de acción: una clase de datos de orden sociológico (rol, imagen pública, etc.) y otra clase de datos de orden psicológico (nivel de competencias y estilo de pensamiento, básicamente). Estos dos conceptos b y f, en mutua interrelación, marcan las condiciones de inicio o entrada con respecto al esquema de variabilidad de la IE. Es esta conjunción b-f lo que tiende a generar, en primer lugar, la delimitación de una ACCIÓN EDUCATIVA (concepto c) concebida como deficitaria, problemática o mejorable en virtud de una incógnita de conocimiento allí detectada y, en segundo lugar, la formulación de unos objetivos de acción de IE. Esta subsecuencia (b, f) c tiende luego a generar un ESQUEMA FILOSÓFICO (concepto e) que, en conjunción con dicha subsecuencia, tiende a generar un ESQUEMA DE CONOCIMIENTO (concepto d). Tenemos entonces, simbólicamente, que
a ((((b, f) c) e) d)
Es esta última secuencia completa la que, según la teoría general, determina una formulación específica de las secuencias operativo-tecnológicas (S1, S2..., Sn-1) constituyentes de la IE en cada ejecución particular. Teóricamente hablando, es a partir de todo esto, formulable en una expresión como:
a (((((b, f) c) e) d) (S1, S2..., Sn-1)),
de donde se pueden predecir los resultados (Sn, C0) de una IE cualquiera, de tal modo que, en síntesis:
a ((((((b, f) c) e) d) (S1, S2..., Sn-1)) (Sn, Cn))
Hasta aquí las relaciones de interdependencia que ligan en una sola estructura teórica los factores condicionantes de variabilidad de la IE. Anexándolos ahora a los factores variables más generales de dicha IE, tenemos lo siguiente:
-(E) El área empírica de cualquier IE varía en dependencia del tipo de interrelación entre el contexto de acción de ie (concepto b) y el perfil psicosocial (concepto f), de tal manera que cada vez que sean distintos los valores del contexto de acción de ie y/o los valores del perfil psicosocial, serán también distintos los valores de esta área empírica (delimitación del espacio de investigación, formulación del problema, definición de objetivos...)
-(T) el área teórica de cualquier ie varía en dependencia inmediata del esquema de conocimiento (concepto d), el cual depende a su vez, como ya se dijo, de la subsecuencia ((b,f) c) e.
-(M) El área metodológica de cualquier ie varía en dependencia inmediata de la interrelación entre el esquema filosófico, el esquema de conocimiento, el contexto de acción de ie y el perfil psicosocial, según el ordenamiento ya señalado antes.
Con todo lo anterior se tienen ya los primeros componentes que aproximan a un modelo de la variabilidad de la IE, vista en esta primera parte a la luz de una Teoría de la Acción. Para obtener una representación más aproximada y detallada, quedan por determinar varios aspectos, tales como la naturaleza de la transformación de S0 en Sn, el tipo específico de operaciones que median entre ambos polos de situación, las relaciones entre los diferentes valores que asume cada componente del modelo, etc. Para clarificar estos aspectos y llegar a un modelo detallado, la Teoría de la Acción sola parece insuficiente. Se obtienen otros elementos mucho más detallados si se analiza la IE considerándola como una acción SEMIÓTICA y, posteriormente, considerándola como una acción semiótica TEXTUAL.
[1] Esto podría recordar, a primera vista, la tesis kuhniana de los “paradigmas”, pero nótese que aquí se plantea una perspectiva diferente: los cambios entre patrones investigativos son, ante todo, cambios entre esquemas de ACCIÓN y no simplemente cambios de “ciencia normal”; siendo la acción un concepto más general que el de ciencia, la cual es sólo un tipo particular de aquélla, no es la ciencia en sí misma lo que engloba los cambios paradigmáticos kuhnianos, sino la dialéctica de las ACCIONES humanas en general; quiere decir que dichos cambios ocurren del mismo modo y por las mismas razones que en el caso de toda ACCIÓN sistemática socializada y no por tratarse de la ciencia o el conocimiento, como es el caso de los paradigmas kuhnianos.
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