viernes, 19 de diciembre de 2008

3.1.3.2 Observación y base empírica

Las teorías empíricas se generan a partir de una serie de fenómenos de los que, tras la elaboración teórica, se pretende dar cuenta; esos mismos fenómenos, u otros nuevos del mismo tipo, constituyen el ámbito de experiencia sobre el que la teoría hace predicciones y se somete a contrastación. Llamemos a estos datos, fenómenos o hechos que constituyen el ámbito de experiencia y contrastación de una teoría, la base empírica o base de contrastación de la teoría en cuestión.
Por otro lado, aceptemos, como demuestran múltiples estudios tanto empíricos como teóricos, que la observación "directa" incluye conceptualización. A pesar de ello, cabe suponer que algunos aspectos de esta conceptualización, los cognitivamente más básicos, serán generales, comunes a todo sistema cognitivo (o al menos, en su dimensión biológica-evolutiva, comunes a todos los seres humanos). Si eso es así, del hecho de que la observación presuponga cierta conceptualización no se sigue que dicha conceptualización dependa siempre esencialmente de las teorías científicas. Por tanto, si la base de contrastación fuese observacional, ello no implicaría que lo que cuenta como base empírica depende esencialmente de las teorías científicas.

En realidad, pues, lo que hay implícitamente detrás de las consideraciones críticas sobre la carga teórica (científicamente teórica) de todo dato de contrastación es una puesta en cuestión del supuesto de la Concepción Heredada de que la base de contrastación es en general de naturaleza observacional. Tras muchas de las críticas a la supuesta neutralidad de las observaciones, lo que hay en realidad es un rechazo a la identificación entre base empírica de contrastación y experiencia directamente observable. El principal motivo para identificar la base empírica con la experiencia observable directa es el viejo anhelo empirista de fundamentar y justificar todo nuestro conocimiento en la experiencia sensorial. Todo conocimiento (empírico) empieza con las afecciones de nuestro entorno sobre nuestro aparato sensorial y toda justificación del mismo debe apelar en última instancia a esa "observación directa" del entorno. Pero, de este supuesto razonable no se sigue que la justificación de cada pieza de nuestro conocimiento deba proceder del mismo modo, que esta tesis global sea también válida localmente. Puede ocurrir que, como organismos vivos, la interacción más básica con nuestro entorno la realicemos en términos globales perceptualmente mediante observación directa, pero que en algunas partes de nuestro sistema cognitivo, especialmente en las muy complejas que dan lugar a las teorías científicas, la base de experiencia no se dé a través de observación directa inmediata. Puede que todo empiece por la observación pero, si el sistema cognitivo es modular y jerárquico, no en todas partes. Si eso es así. La base de contrastación de muchas, o (casi) todas, las teorías científicas puede estar constituida por datos o fenómenos que no sean de observación directa; y, por tanto, alternativamente, lo distintivo de los términos teóricos no será que denotan entidades inobservables.

Putnam se opuso a identificar la distinción "inobservable/observable" con "teórico/no teórico". Afirmaba, por un lado, que hay teorías cuyo aparato teórico se refiere a entidades observables, y, por otro, que casi nunca los fenómenos a explicar son accesibles mediante observación directa. Se trata de dos dicotomías diferentes. Un término teórico es un término que proviene de una teoría científica y "el problema apenas tocado en treinta años que se lleva escribiendo acerca de 'términos teóricos' es qué es lo realmente distintivo de dichos términos". Poco antes, Ryle había distinguido entre expresiones de una teoría que están cargadas con el peso de esa teoría particular y expresiones que no lo están. Estas consideraciones apuntan a la idea de que un término es teórico o no en relación con una teoría en función de si depende o no de la teoría en cuestión.

El primero en dar una caracterización mínimamente articulada y elaborada de la nueva distinción que se está gestando fue Hempel, el cual divide el vocabulario básico de cada teoría en dos clases que se pretenden nítidamente separadas y relativizadas a una teoría específica. Una clase está formada por los términos con los que se describen los fenómenos a explicar, la base empírica. Estos términos constituyen el vocabulario preteórico. Estos términos preteóricos no corresponden en general a situaciones observables en sentido estricto, sino que a menudo se introducen en la ciencia en el contexto de una teoría anterior. Los otros términos descriptivos usados en la teoría son los que ella introduce para llevara cabo la elaboración teórica que da cuenta de los fenómenos preteóricamente descritos; ellos constituyen el vocabulario teórico de dicha teoría. Dos puntos importantes hay en esta nueva distinción: a) es una distinción relativizada a las teorías, un término no es teórico o preteórico sin más, sino respecto de una teoría específica, y, por tanto, un término puede ser preteórico en una teoría y teórico en otra; aunque no lo afirma explícitamente, de su caracterización informal parece seguirse que un término puede ser preteórico en varias teorías, aunque normalmente será teórico sólo en una; b) el criterio para la distinción es el uso o no del término en la descripción de los fenómenos empíricos a explicar; por tanto, la distinción será precisa en la medida en que se dé un criterio preciso para determinar qué enunciados son los que describen los fenómenos a explicar.

Junto con esta nueva caracterización del vocabulario básico de una teoría, Hempel introduce otra para los enunciados. Además de enunciados puramente empíricos, la teoría contiene: (i) principios internos, que son los que especifican "el escenario teórico", los que sistematizan el nuevo aparato conceptual introducido por la teoría; (ii) principios puente, que indican la forma en que "se relaciona lo que ocurre a nivel del escenario teórico con los fenómenos que la teoría debe explicar".
En cuanto a la presunta función de los enunciados en la fijación del significado de los términos, Hempel sostiene ahora que el significado de los términos teóricos no está totalmente determinado por los principios internos más los principios-puente. Ambos tipos de enunciados ofrecen al aprendiz de la teoría el acceso principal a la comprensión de las expresiones, pero no determinan completamente su significado. La idea clásica de que el significado de los términos se fija completamente mediante enunciados que los conectan con otros términos es errónea; y, el problema del significado de los términos teóricos planteado en ese esquema no existe, es un pseudo-problema. El motivo es que los términos científicos adquieren su significado por vías diversas, quizá en algunos casos (parcialmente) mediante enunciados, pero usualmente de otros modos.
Hempel considera ahora que la pretensión de la Concepción Heredada de caracterizar una teoría empírica a través de su reconstrucción axiomática es inadecuada, pues siempre hay varias axiomatizaciones posibles, ninguna de las cuales expresa mejor que las otras la naturaleza de la teoría; una teoría no se puede identificar pues con un sistema específico de enunciados dotados de cierta estructura o sistematización.

3.2 La concepción historicista de las teorías

3.2.1 Los paradigmas-matrices disciplinares de Kuhn

3.2.1.1 Ciencia normal y ciencia revolucionaria
En las ciencias maduras, Kuhn distingue dos modos de "hacer ciencia" que, además, se suceden históricamente. Al primero lo llama normal pues es el modo usual en que opera la ciencia, la manera en que ésta se desarrolla la mayor parte del tiempo. Al segundo lo denomina no-normal o extraordinario y, a veces, revolucionario.
Los períodos de ciencia normal se caracterizan por el hecho de que la comunidad de científicos que trabaja en un determinado ámbito comparten ciertos presupuestos de muy diverso tipo (teóricos, experimentales, metodológicos y otros) que son los que les permiten ir haciendo ciencia. Estos elementos compartidos se encuentran, implícitamente unos, explícitamente otros, en los canales usuales de enseñanza y transmisión de una disciplina (principalmente los libros de texto) y el futuro científico los adquiere por regla general en su período de aprendizaje. En ciencia normal la tarea casi exclusiva consiste en lo que Kuhn llama trabajo de resolución de enigmas o rompecabezas. Esta tarea consiste, grosso modo, en ir ampliando y perfeccionando la aplicación del aparato teórico-conceptual a la experiencia, y a la vez y como consecuencia de ello, en ir ajustando y puliendo la base teórico-conceptual. Algunas de las tareas típicas de la investigación normal son la precisión de constantes ya conocidas, la determinación de otras nuevas, encontrar formas específicas de leyes generales y aplicar las ya disponibles a nuevos fenómenos. Para llevar a cabo este trabajo es esencial que el científico no cuestiones los supuestos compartidos, pues son precisamente ellos los que guían su investigación y les permiten abrigar esperanzas de éxito. La ciencia normal no discute sobre fundamentos ni "tiende hacia novedades fácticas o teóricas y, cuando tiene éxito, no descubre ninguna".

Ahora bien, la ciencia normal es sólo un modo en que se desarrolla la empresa científica. La ciencia (madura) no discurre siempre de este modo. Un tipo importante de enigmas tiene que ver con la presencia de anomalías, experiencias que "no encajan" en el aparato teórico. Aunque a menudo se resuelven con éxito, a veces algunas anomalías (o, más raramente, algún otro tipo de enigma) se muestran recalcitrantes. Si ello ocurre con varias, o con alguna considerada especialmente importante, puede ocurrir que, tras cierto tiempo, algunos miembros de la comunidad desesperen de encontrar una solución, o que, aunque la encuentren, consideren excesivas las modificaciones normales a que obliga. Cuando este sentimiento se generaliza en la comunidad científica sobreviene una crisis: se comienzan a cuestionar los supuestos que guiaban la investigación, se pierde la confianza en ellos y se empieza a revisar y a discutir los fundamentos. En estos períodos de crisis se suceden propuestas alternativas hasta que en torno a alguna de ellas se comienza a organizar un nuevo cuerpo de supuestos desde los que mirar las viejas cosas de un modo nuevo y más prometedor. Con el tiempo, y si el trabajo basado en los nuevos supuestos permite abrigar esperanzas de éxito, reciben la confianza de los especialistas de la comunidad y acaban suplantando a los antiguos como guía para la investigación. Los viejos supuestos son desplazados por los nuevos consumándose lo que Kuhn llama una revolución científica, tras la cual se inicia un nuevo período de ciencia normal.

El paso de un período normal a otro no viene obligado por necesidad lógica. Se trata de un desplazamiento de confianza y, en ausencia de un nuevo programa, el antiguo puede mantenerse largo tiempo aunque haya entrado en crisis.
3.2.1.2 Paradigmas qua matrices disciplinares
Para Kuhn un paradigma es el conjunto de supuestos compartidos por una comunidad que guían su investigación normal. La ciencia normal es ciencia-basada-en-(un)-paradigma y la ciencia extraordinaria o revolucionaria es el paso de un paradigma a otro. En esta última, al igual que en la fase inmadura o preparadigmática de una disciplina, se trabaja (sin el dominio de un) paradigma, hay una proliferación de hipótesis diferentes. Las disciplinas maduras, aquellas en que ha surgido ya un primer paradigma, se desarrollan de paradigma en paradigma a través de revoluciones. Sin embargo, el término paradigma es enormemente ambiguo; por ello, en trabajos posteriores a La estructura de las revoluciones científicas, Kuhn intenta distinguir y precisar los diferentes sentidos con que introdujo el término paradigma en esta obra. Los diversos usos que de él hacía en su primera obra los reagrupa ahora en dos sentidos principales. El primero es global y comprende todos los compromisos compartidos por un grupo científico, la completa constelación de creencias, valores, técnicas y demás elementos compartidos por los miembros de una comunidad científica dada. El segundo denota un componente específico de lo anterior, un tipo especialmente importante de tales compromisos. Kuhn denomina en estos trabajos "matriz disciplinar" a lo primero y "ejemplar" a lo segundo.
Un paradigma qua matriz disciplinar es lo compartido por una comunidad científica, lo que guía en un momento dado su investigación normal.

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