miércoles, 14 de noviembre de 2007

CRÍTICA DEL HOLISMO


Popper, K. (1987), en La Miseria del Historicismo. Madrid: Alianza. Pp. 90-97


Habiendo, pues, revelado mis preferencias y esbozado el punto de vista que yace bajo mi crítica, como también la oposición entre la actitud fragmentaria por una parte y el historicismo y utopismo por otra, voy a proceder a examinar las doctrinas historicistas, mi tarea principal. Empiezo con una breve crítica del holismo, ya que éste se ha convertido en una de las posiciones cruciales de la teoría que voy a atacar.
Hay una fundamental ambigüedad en el uso que hace la literatura holística reciente del término «un todo». Se usa para denotar a) la totalidad de todas las propiedades o aspectos de una cosa, y especialmente todas las relaciones mantenidas entre sus partes constituyentes, y b) ciertas propiedades o aspectos especiales de la cosa en cuestión, a saber, aquellos que la hacen aparecer como una estructura organizada más que como un «mero montón». «Todos» en el sentido b) han sido objeto de estudio científico, especialmente por la llamada escuela Gestalt de psicología; y no hay, en efecto, ninguna razón por la que no se deban estudiar aspectos tales como las regularidades de estructura (por ejemplo, simetría), que pueden encontrarse en cosas como organismos, o campos eléctricos, o máquinas. De las cosas que poseen estructuras de esta clase se podrá decir, como lo expresa la teoría Gestalt, que son más que agregados, «más que la mera suma de sus partes».
Cualquiera de los ejemplos de la teoría Gestalt pueden ser usados para mostrar que un todo en el sentido b) es muy diferente de un todo en el sentido a). Si, con los teóricos de la Gestalt, consideramos que una melodía es algo más que una mera colección de sonidos musicales simples, será éste que seleccionamos para su consideración uno de los aspectos de esta secuencia de sonidos. Es un aspecto que puede distinguirse claramente de otros aspectos, como el tono absoluto del primero de estos sonidos o fuerza media absoluta. Y hay otros aspectos Gestalt que son aún más abstractos que el de melodía, por ejemplo, el ritmo de la melodía, porque al considerar el ritmo pasamos por alto el tono relativo, que es tan importante para la melodía. Por este su carácter selectivo, el estudio de una Gestalt y, con él, el de cualquier todo en el sentido b) se distingue nítidamente del estudio de una totalidad, esto es, de un todo en el sentido a).
El hecho de que un todo en el sentido b) puede ser estudiado científicamente no debe ser traído a colación para justificar la aserción totalmente diferente de que un todo en el sentido a) pueda ser así estudiado. Esta última aserción debe ser rechazada. Si queremos estudiar una cosa, nos vemos obligados a seleccionar ciertos aspectos de ella. No nos es posible observar o describir un trozo entero del mundo o un trozo entero de la naturaleza; de hecho, ni siquiera el más pequeño trozo entero puede ser descrito de esta forma, ya que toda descripción es necesariamente selectiva[i]. Se puede incluso decir que totalidades en el sentido a) no pueden nunca ser objeto de ninguna actividad científica u otra. Si cogemos un organismo y lo transportamos a otro sitio, estamos ocupándonos de él como un cuerpo físico, dejamos a un lado muchos de sus otros aspectos. Si lo matamos, hemos destruido algunas de sus propiedades, pero nunca todas. De hecho nos es imposible destruir la totalidad de sus propiedades y todas las relaciones mutuas entre sus partes, aunque lo destrocemos o lo quememos.
Pero el hecho de que un todo, en el sentido de totalidad, no puede ser objeto de estudio científico o de cualquier otra actividad como de control o de reconstrucción, parece haber escapado a los holistas, incluso a los que normalmente admiten que la ciencia es selectiva[ii]. No dudan de la posibilidad de una comprensión científica de «todos» sociales (en el sentido de totalidades), porque se apoyan en el precedente de la psicología Gestalt. Porque creen que la diferencia entre la actitud Gestalt y el tratamiento de totalidades en el sentido a), que abarcan la «estructura de todos los acontecimientos sociales e históricos de una época», estriba meramente en el hecho de que una Gestalt puede ser comprendida por una percepción intuitiva directa, mientras que las totalidades sociales «son demasiado intrincadas para ser comprendidas de una mirada»; de tal forma que «sólo pueden ser comprendidas gradualmente después de larga reflexión, en la cual todos los elementos son notados, comparados y combinados»[iii]. Los holistas no ven, en resumen, que la percepción Gestalt no tiene absolutamente nada que ver con totalidades en sentido a), que todo conocimiento, tanto intuitivo como discursivo, tiene que versar sobre aspectos abstractos, y que nunca podemos comprender la «estructura concreta de la realidad social misma»[iv]. Habiendo pasado por alto este punto, insisten en que el estudio especialista de «detalles mezquinos» tiene que ser completado por un método «integrador» o «sintético» que tienda a la reconstrucción de «todo el proceso»; y afirman que «la sociología continuará ignorando las cuestiones esenciales en tanto los especialistas se nieguen a ver sus problemas como un todo»[v]. Pero este método holístico necesariamente se queda en un mero programa. Nunca se cita ni un solo ejemplo de descripción científica de una Situación social entera concreta. Y es que no se puede citar, ya que en cada uno de tales casos sería siempre fácil señalar aspectos que han sido pasados por alto, aspectos que pueden, sin embargo, ser muy importantes en determinado contexto.
No obstante, los holistas no sólo se proponen estudiar la totalidad de nuestra sociedad por un método imposible, se proponen también controlar y reconstruir nuestra sociedad «como un todo». Profetizan que «el poder del Estado tiene necesariamente que aumentar hasta que el Estado se identifique casi totalmente con la sociedad»[vi]. La intuición expresada por este pasaje es bastante clara. Es la intuición totalitaria[vii]. Pero, aparte de expresar esta intuición, ¿qué significa esta profecía? El término sociedad abarca, claro está, todas las relaciones sociales, inclusive las personales; las de una madre con su hijo tanto como la s de un funcionario de protección de menores con cualquiera de los dos. Por muchas razones es enteramente imposible controlar todas o «casi todas» estas relaciones; aunque sólo sea porque con todo nuevo control de relaciones sociales creamos un sinnúmero de nuevas relaciones sociales que controlar. En resumen, la imposibilidad es una imposibilidad lógica[viii]. (El intento lleva a una regresión infinita: la posición es la misma en el caso de un intento de estudiar la totalidad de la sociedad, que tendría que incluir este estudio.) Sin embargo, no se puede dudar que la intención del utópico es precisamente intentar lo imposible, porque nos dicen que entre otras cosas será posible «moldear el trato y relación personales de una forma más realista»[ix]. (Nadie duda, naturalmente, que «todos» en el sentido b) pueden ser moldeados o controlados o incluso creados, al contrario de totalidades en el sentido a); podemos crear una melodía, por ejemplo, pero esto no tiene nada que ver con sueños utópicos de control total).
Con esto basta para el utopismo. En cuanto concierne al historicismo la posición es igualmente desesperada. Los holistas historicistas afirman a menudo, por implicación, que el método histórico es adecuado para el tratamiento de totalidades[x]. Pero esta aserción se basa en un malentendido. Resulta de combinar la creencia correcta de que la historia, al contrario de las ciencias teóricas, se interesa por acontecimientos individuales concretos y por personalidades individuales más que por leyes generales abstractas, con la creencia equivocada de que los individuos «concretos» por los que se interesa la historia pueden identificarse con totalidades «concretas» en el sentido a). Pero esto no es posible, porque la historia, como cualquier otra clase de investigación, sólo puede tratar de aspectos seleccionados del objeto por el cual se interesa. Es una equivocación el creer que puede haber una historia en el sentido holístico, una historia de «Estados de la Sociedad» que represente «la totalidad del organismo social» o «todos los acontecimientos históricos y sociales de una época». Esta idea deriva de una visión intuitiva de una historia de la humanidad como una vasta y comprensiva corriente de desarrollo. Pero una historia de esa clase no puede ser escrita. Toda historia escrita es la historia de un cierto aspecto estrecho de este desarrollo «total», y es de todas formas una historia muy incompleta incluso de ese particular aspecto incompleto que se ha escogido.
Las tendencias holísticas del utopismo y del historicismo se unifican en la característica proposición siguiente: «Nunca hemos tenido que montar y dirigir el entero sistema de la naturaleza tan completamente como nos vemos forzados a hacerlo hoy con nuestra sociedad, y, por tanto, nunca hemos tenido que penetrar en la historia y la estructura de los mundos individuales de la naturaleza. La humanidad tiende... hacia la regulación de la totalidad de su vida social, mientras que nunca ha intentado emprender la creación de una segunda naturaleza...»[xi]. Esta proposición es un ejemplo de la creencia equivocada de que si queremos, como holistas, tratar «el entero sistema de la naturaleza completamente», la adopción de un método histórico nos será de gran ayuda. Pero las ciencias naturales, como la geología, que han adoptado este método están muy lejos de aprehender el «entero sistema » de su materia de estudio. Esta proposición también es un ejemplo de la opinión incorrecta de que es posible «montar» o «dirigir» o «regular» o «crear» totalidades en el sentido a). Que «nunca hayamos tenido que dirigir y montar el entero sistema de la naturaleza» es indudablemente cierto, sencillamente porque no podemos ni siquiera montar y dirigir un solo trozo del aparato físico en su «totalidad». Esas cosas no se pueden hacer. Son sueños utópicos, o quizá malentendidos. Y el decirnos que nos vemos forzados hoy a hacer una cosa que es lógicamente imposible, a saber, montar y dirigir el entero sistema de la sociedad y regular la totalidad de la vida social, es meramente un intento típico de amenazarnos con las «fuerzas históricas» y los «desarrollos inminentes» que hacen inevitable la planificación utópica.
Incidentalmente la frase citada es interesante como una admisión del hecho significativo de que no existe una analogía física entre la ingeniería holística y la «ciencia» correspondiente. La búsqueda de una analogía entre las ciencias naturales y sociales es, por tanto, indudablemente útil para aclarar el punto discutido aquí.
Este es el rango lógico del holismo, la roca sobre la que se nos anima a construir un mundo nuevo.
Puede añadirse una reflexión crítica sobre los «todos» en el sentido b), cuyo rango científico he admitido. Sin retractarme de nada de lo que he dicho, tengo que destacar que la trivialidad y la vaguedad de la proposición de que el todo es más que la suma de sus partes suele advertirse raras veces. Incluso tres manzanas en un plato son más que una «mera suma», en tanto que debe haber ciertas relaciones entre ellas (la mayor puede o no estar entre las otras, etc.): relaciones que no se siguen del hecho de que hay tres manzanas y de que pueden ser estudiadas científicamente. Y también la tan cacareada oposición entre la actitud “atomís­tica” y la Gestalt carece totalmente de base, por lo menos en cuanto concierne a la física atómica: porque la física atómica no «suma» meramente sus partículas elementales, sino que estudia sistemas de partículas desde un punto de vista decididamente interesado por «todos» en el sentido b)[xii]. Lo que la mayor parte de los teóricos de la Gestalt quieren, por lo que parece, afirmar es la existencia de dos clases de cosas, «montones» en los que no se puede discernir ningún orden, y “todos”, en los que se puede encontrar un orden o una simetría o una regularidad o un sistema o un plan estructural. Así, una frase como “Un organismo es un todo” se reduce a la trivialidad de que en un organismo podemos discernir algún orden. Además, el llamado «montón» tiene también por regla general un aspecto Gestalt, tanto como el tan a menudo citado ejemplo del campo eléctrico. (Considérese la manera en que aumenta la presión dentro de un montón de piedras.) La distinción, pues, es no sólo trivial, sino además excesivamente vaga, y no es aplicable a diferentes clases de cosas, sino meramente a diferentes aspectos de unas mismas cosas.
[i] H. Gomperz, Seltanschauungslehre, II/I (1908), pág. 63, destaca que un trozo del mundo, como, p. ej., un gorrión revoloteando nerviosamente, puede ser descrito por las siguientes proposiciones ampliamente diferentes entre sí, correspondientes cada una a diferentes aspectos de él: « ¡Este pájaro está volando! » «¡Ahí va un gorrión!» «¡Mira, ahí hay un animal!» «¡Algo se está moviendo aquí.» «Aquí se está transformando energía.» «Este no es un caso de movimiento continuo.» « ¡El animalito está asustado!» Está claro que nunca podrá ser la tarea de la ciencia el intento de completar una lista de esta clase, que es necesariamente infinita. F. A. Von Hayek, en Ethics, vol. T.IV, nota 5, esboza una critica del holismo que es muy semejante a la pro puesta en este texto.
[ii] K. Mannheim describe (op. Cit., pág. 167) la ciencia selectiva o abstracta como «un estadio a través del cual tienen que pasar todas las ciencias que buscan la precisión».
[iii] Con las tres citas siguientes compárese Mannheim, op. C. pág. 184, véase también pág. 170, nota, y pág. 230.
[iv] Ibid., pág. 230. La doctrina de que podemos obtener una especie de conocimiento concreto de «la realidad misma» es bien conocida como una parte de lo que técnicamente puede describirse como misticismo, como también lo es el clamor por totalidades.
[v] Véase op. cit., por ejemplo, págs. 26 y 32. Mi crítica del holismo no significa que esté opuesto a una llamada a la cooperación entre las varias ramas de la ciencia. Especialmente, cuando nos encontramos con un problema fragmentario definido que podría ser aclarado por una cooperación de esa clase, nadie soñaría oponerse a ella. Pero esto es cosa muy distinta del proyecto de aprehender totalidades concretas por un método de síntesis sistemática, o algo por el estilo.
[vi] Véase op. cit., pág. 337; y la nota 19, pág. 82, de la presente obra.
[vii] La fórmula citada es casi idéntica a una de C. Schmitt.
[viii] Los holistas quizá tengan la esperanza de salir de esta dificultad mediante la negación de la validez de la lógica, la cual, piensan, ha sido arrumbada por la dialéctica . He intentado cerrarles este camino en «What is Dialectic?», Mind, vol. 49 N. S., págs. 403 y sigs.
[ix] Véase K. Mannheim, op. cit., pág. 202. No está de más el mencionar que el holismo psicológico está en el momento presente muy de moda entre los teóricos de la educación.
[x] Esta doctrina de que la historia se ocupa de « totalidades individuales concretas» que pueden ser personas, acontecimientos o épocas, fue propagada especialmente por Troeltsch. Mannheim da por sentada constantemente su certeza.
[xi] K. Mannheim, op. cit., págs. 175 y sig.
[xii] Véase, por ejemplo, el principio de exclusión de Pauli. Ideas como la competencia o la división del trabajo deberían hacer ver clarísimamente al sociólogo que una actitud «atomística» o «individualista» no nos impide de forma alguna el reconocer que todo individuo tiene una acción mutua sobre todos los demás y viceversa. (En psicología la situación es diferente, pues ahí parece inaplicable el atomismo, a pesar de muchos intentos de aplicarlo.).

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